martes, 22 de enero de 2013

Explosión mental.


Hay veces que, sin previo aviso, tu alma estalla sin querer y una nube de polvo gris se presenta ante tus ojos.

 Minutos después, y de forma increíble, el gris oscuro se convierte en blanco impoluto y te muestra todas esas asperezas que no te dejaban avanzar. 

Lloras, desgarras todo lo que hay en tu interior, pero las lágrimas limpian el desastre. 

Ahora lo ves todo claro, vuelves a encaminar tu mirada hacia delante. 

Después de la tormenta siempre viene la calma.

jueves, 22 de noviembre de 2012

No sólo ellos rompen las promesas.

Al final de una historia, y justo antes de otra, toda mujer se hace una promesa a sí misma.
Toda mujer promete y re-promete algo que olvida sin cuidado.
Yo, como toda mujer, me prometí que no volvería a enamorarme 
NUNCA MÁS.

Sobra decir que, como de costumbre, fracasé.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

La barra del bar.


Sobre su lomo descansan las copas de un grupo de amigos que, a pesar de sus diferencias, celebran desde hace años y entre risas, el cumpleaños de Luis, uno de los más jóvenes de la tropa.

A escasos metros, Ricardo purga la pena dejando que sus lágrimas se pierdan en el whisky.  Ya no compartirá más besos con Lorena en la esquina más tímida de la barra del bar.

Esteban ya se marcha, hoy dejó la mitad de su tercera cerveza. Los años se reflejan en las primeras canas que asoman por su coronilla. Se conoce cada centímetro de la barra del bar. Pero Gloria le espera en casa desde las diez, con un cabreo monumental.

Hoy, Laura y Bea han venido juntas. Luis se ha fijado en Bea, y busca su mirada al final de la barra del bar. Ella, como a cualquier hombre, lo evita. Lo que de verdad le interesa es la mirada de Laura.

Claudia lleva cuatro horas detrás de la barra. Empieza a sentirse cansada, y la inevitable preocupación maternal la invade. Esta noche Javi, de siete años, dormiría en casa de la abuela. 

Cada noche, nuevas historias. Testigo eternamente silencioso. 
Cada persona es un mundo, y cada barra de cada bar es un tesoro repleto de testimonios.




Fotografía estenopeica analógica realizada con cámara Pinhole. ISO 200. Tiempo Exposición 4' Positivada por mí.

martes, 6 de noviembre de 2012

Otoño, primeros pasos.

Primeros pasos hacia una primera vida. 
La primera vez que puedo llamarlo 
VIDA


Vivir es sinónimo de disfrute, felicidad, armonía, lucha, valentía. 
No necesito mucho más. He vuelto a la vida.



Si tuviera que elegir un color... Verde, como la esperanza que me invade.

No es fácil convertir un sueño en una realidad de ensueño. 


 


 Camina, sin pausa. Camina siempre. 
Establece una meta. Crúzala. 

Establece otra, esta vez más complicada. 
Cae.


Levanta, cura las heridas, y vuelve a intentarlo.
Si fuiste fuerte para levantarte, lo serás para volver a intentarlo.


Fotografías: Tarde de lluvia. Murcia. Miriam Roca fotografía. 06/11/12 

lunes, 16 de abril de 2012

Así se fue.


- Abre la puerta, por favor. 

Su voz rompió un silencio demasiado incómodo.

- Madre, hace frío -contesté.

- Ya no siento ni frío, ni calor. No importa. Quiero salir fuera.

- Está bien. Espera un segundo, voy por la silla de ruedas.

- Ya he esperado demasiado. Yo no la necesito –dijo firmemente.

Tenía razón. No había solución. Si deseaba despedirse de la Luna, ¿quién era yo para impedirlo?

- Madre, llevas en la cama 17 meses, ¿qué pretendes? -intenté comprenderla.

- No seas aguafiestas. ¡Llevo 17 meses encerrada en una pesadilla! Hoy voy a despertar, ¡No seas estúpida! -gritaba mientras apartaba las sábanas blancas que ocultaban su cuerpo.

Dejó al descubierto su piel blanquecina, como girones de un traje de novia raído. Sin ningún signo de fatiga, se incorporó sobre el lecho que la había acurrucado todo este tiempo. Fue asombroso.

- Madre, ten cuidado. ¿De verdad no quieres la silla? -agarré su mano, fría e inerte y, a la vez, tan cálida y acogedora.

- He dicho que no. Abre la puerta, por favor.

Aún con tal desprecio, no soltó mi mano. La miré a los ojos y pude descubrir que, a pesar de su repentina valentía, un halo de temor y desesperación la inundaba.

- Si, madre.

Un nuevo silencio se hizo en la habitación. Esta vez no fue nada incómodo. Ella se calmó, ella me calmó. Sonrió suavemente, casi inapreciable, pero fue la sonrisa más alentadora del mundo.

- Todo irá bien, cielo -murmulló tras un suave suspiro.

Ella. Creadora de vida, ahora tan carente de ella.

Todo ocurrió naturalmente. Nada perturbó nuestras mentes, ninguna duda, ningún prejuicio, ningún reproche. Sólo la muerte dejó huella en ella. Y en mí.

Bajo ese cielo, esas estrellas, esa Luna. De pié y con la cabeza bien alta.  

Así se fue.